Quien no se aventura no pasa la mar.

Un rey ofrecía una gran cantidad de monedas de oro a cualquier persona que fuera capaz de hacer hablar a su caballo; quien aceptara recibir el dinero tenía un tiempo de plazo para lograr su cometido, si pasado ese tiempo el caballo no hablaba la persona era decapitada.

Pasaron los días y no aparecía ningún voluntario para la magnífica tarea que representaba un enriquecimiento rápido y a la vez un gran riesgo de muerte casi segura.

Un buen día un paisano le dijo al rey que él haría hablar a su caballo. El trato se realizó, el señor se llevó su bolsa de monedas de oro y se fue con el caballo del rey con la promesa de que el animal aprendería a hablar en un plazo de dos años.

Los familiares del señor y amigos completamente alarmados le dijeron que había sido un verdadero tonto, que era lógico que el caballo jamás hablaría, que iba a morir decapitado, en fin, todos en contra de su decisión, a lo que este señor respondió:

“No se alarmen, tengo todavía dos años y no sabemos qué pueda pasar en estos dos años, quizás yo muera antes del plazo, quizás muera el caballo, quizás muera el rey… y hasta a lo mejor, nunca se sabe, el caballo aprende a hablar.”

Fragmento de Cabaret Místico de Alejandro Jodorowsky

Personalmente, me encanta esta metáfora, ya que ilustra muy bien el concepto de saber aprovechar las oportunidades que se presentan en nuestras vidas, sin bloquearnos antes de haberlo intentado.
Todo lo que deseas está al otro lado del miedo, hasta que no lo intentes, nunca sabrás si es posible.

Además, como comenta el protagonista de la historia: «tengo todavía dos años y no sabemos qué pueda pasar en estos dos años…», la creatividad y los demás los recursos personales que todos poseemos pueden obrar milagros.